Por la ley 13.010, también conocida como Ley Evita, en el año 1947, un 23 de septiembre se reconoció el derecho de todas las mujeres mayores de 18 años a votar y a ser elegidas.
La sanción fue precedida de un acalorado debate en el recinto (integrado únicamente por varones) en que las opiniones conservadoras sostuvieron que, de reconocerse este derecho, se pondría en peligro la vida familiar, el matrimonio y la paz social. Afuera, miles de mujeres rodeaban el Congreso y alentaban para su aprobación.
El reconocimiento de este derecho tuvo como antecedente la lucha incansable de muchas mujeres durante muchísimos años.
Olimpe De Gouge durante la Revolución Francesa luchó codo a codo junto a los compatriotas por la libertad y la igualdad de derechos, fue autora de la Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana. También reclamó el derecho al voto independientemente del género, entre sus frases célebres dijo: “Si la mujer tiene derecho a subir al cadalso, también debe tener derecho a subir a la tribuna”. Terminaron con su vida en la guillotina culpada por sus panfletos políticos.
En Argentina, Julieta Lanteri fue la primera mujer en emitir su voto en el año 1911. Se empadronó para votar concejales en la Municipalidad de Buenos Aires advirtiendo que la convocatoria a empadronarse hablada de ciudadanos en términos genéricos y nada decía respecto del sexo. El juez electoral resolvió su petición favorablemente. Sin embargo, al poco tiempo, el Concejo Deliberante porteño sancionó una ordenanza donde especificaba que el empadronamiento se basaba en el registro del servicio militar, y por consiguiente excluía a las mujeres.
Continuó con su reclamo postulándose como candidata legislativa a muchas elecciones. En 1919 alegó ante la junta electoral: «la Constitución Nacional emplea la designación genérica de ciudadano sin excluir a las personas de mi sexo, no exigiendo nada más que condiciones de residencia, edad y honorabilidad, dentro de las cuales me encuentro, concordando con ello la ley electoral, que no cita a la mujer en ninguna de sus excepciones». Se convirtió en la primera mujer candidata en la Argentina.
Alicia Moreau de Justo, pionera en la lucha por los derechos políticos de las mujeres, en 1932 elaboró un proyecto de ley de sufragio femenino que fue presentado por el diputado socialista Mario Bravo y que obtuvo la aprobación de los diputados, pero fue rechazado en el Senado al encontrarse ampliamente dominado por los conservadores.
Eva Perón recibió el 3 de septiembre de 1947 el texto de la ley promulgado por el presidente y dijo: “Aquí está, resumida en letra apretada, una larga historia de luchas, tropiezos y esperanzas. Por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos amenazadores, pero también alegre despertar de auroras triunfales.”
Fue una extensa red de mujeres que, aun reconociendo sus diferencias, pudieron sobrevolarlas, sostener durante décadas un reclamo colectivo y entretejerse en la trama por la conquista de los derechos, que aún perdura.
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