Por qué importa, qué se conmemora y cuál es la situación de las mujeres rurales en la Argentina
Cada 15 de octubre se conmemora el Día Internacional de las Mujeres Rurales, una fecha que reconoce la contribución decisiva de las mujeres —incluidas las mujeres indígenas— al desarrollo agrícola y rural, a la seguridad alimentaria y a la erradicación de la pobreza rural. La jornada rememora tanto la visibilidad de su trabajo productivo como la necesidad de políticas públicas que garanticen igualdad de derechos, acceso a recursos y reconocimiento formal de sus labores.
Orígenes y objetivos del día
El Día Internacional de las Mujeres Rurales fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas para visibilizar el rol de las mujeres en las economías rurales y en la agricultura familiar, y para impulsar medidas que eliminen barreras estructurales —tales como el acceso desigual a la tierra, al crédito, a la formación técnica y a los mercados— que limitan su autonomía y desarrollo. La FAO, ONU Mujeres y otros organismos usan esta fecha para difundir evidencia, celebrar logros y promover campañas de incidencia.
Contexto para Argentina
A nivel mundial, las mujeres rurales constituyen una parte esencial de la producción alimentaria y de los sistemas agroalimentarios, realizan una proporción significativa del trabajo de cosecha, procesamiento y reproducción social, pero frecuentemente en condiciones de informalidad, con menor acceso a activos productivos y protección social. Las campañas contemporáneas subrayan la relación entre empoderamiento de las mujeres rurales y seguridad alimentaria sostenible.
Perfil de las mujeres rurales en la Argentina
- Presencia en la agricultura y el sector agropecuario: existen miles de explotaciones agropecuarias gestionadas o co-gestionadas por mujeres en el país; el INDEC ha elaborado dosieres específicos sobre mujeres agropecuarias que permiten visibilizar heterogeneidad territorial, tipos de producción y perfiles demográficos.
- Informalidad laboral y calidad del empleo: la Argentina atravesó en los últimos años niveles elevados de informalidad laboral; distintas mediciones de la EPH/INDEC señalan que una proporción significativa de trabajadores y trabajadoras, incluidos las/os rurales, se desempeñan en condiciones de informalidad o sin cobertura social plena, lo que impacta de manera aguda en la seguridad económica de las mujeres rurales.
- Organización y movimientos: en el país operan movimientos y organizaciones federales de mujeres rurales que trabajan en torno a derechos a la tierra, producción familiar, comercialización y visibilización del rol femenino en el campo. Estas organizaciones son actores clave para la incidencia local y nacional.
Problemas estructurales que enfrentan las mujeres rurales argentinas
- Acceso y titularidad de la tierra: aunque muchas mujeres participan activamente en el trabajo productivo, la titularidad formal de la tierra suele concentrarse en varones. La falta de título o registro a su nombre limita acceso a crédito, subsidios, programas de desarrollo y a la capacidad para heredar o transmitir bienes. Esto reduce la autonomía económica y la capacidad de inversión.
- Informalidad y falta de protección social: el trabajo de mujeres en la ruralidad puede presentarse como empleo asalariado sin registro, trabajo familiar no remunerado o emprendimiento informal. La ausencia de aportes previsionales y de cobertura de salud limita las trayectorias laborales y la protección en situaciones de enfermedad, maternidad o vejez. Las tasas de informalidad reportadas a nivel nacional muestran un problema sistémico que también atraviesa a las zonas rurales.
- Acceso desigual a recursos productivos y tecnología: las mujeres enfrentan barreras para acceder a crédito, insumos, maquinaria, capacitación técnica y servicios extensionistas. Esto repercute en menor productividad por unidad de trabajo y dificulta la inserción en cadenas de valor más rentables.
- Sobrecarga de trabajo reproductivo: como en otros sectores, las mujeres rurales combinan trabajo productivo con responsabilidades domésticas y de cuidado, lo cual condiciona la disponibilidad de tiempo para formación, organización colectiva, gestión y participación política.
- Violencia y discriminación: condiciones de aislamiento territorial, menores redes de apoyo institucional y una histórica invisibilización del trabajo femenino en el campo, exponen a muchas mujeres rurales a situaciones de violencia de género y a dificultades para acceder a justicia y políticas de protección.
Diferencias internas: territorio, etnia y edad
No existe un “perfil único” de la mujer rural argentina. Las realidades varían según provincia (p. ej. zonas pampeanas versus regiones del norte como Chaco o norte santafesino), pertenencia indígena o campesina, escala de la producción (pequeña producción familiar vs. empleo en grandes estancias) y migración. La heterogeneidad exige respuestas políticas diferenciadas y con enfoque territorial.
Ejemplos y buenas prácticas
- Programas públicos y cooperación internacional: organismos como la FAO y ONU Mujeres impulsan programas de fortalecimiento del empoderamiento económico, acceso a mercados y sostenibilidad ambiental, y en ocasiones desarrollan programas regionales para acelerar el empoderamiento de mujeres rurales. Estas iniciativas promueven cadenas de valor inclusivas y formación técnica.
- Organización local: movimientos y asociaciones de mujeres rurales en la Argentina trabajan en formación, comercialización colectiva (ferias, consorcios de venta), incidencia por derechos de la tierra y visibilización cultural y política.
Cómo fortalecer derechos y condiciones laborales
- Regularización y acceso a la titularidad de la tierra: programas de regularización de tenencia con perspectiva de género; inclusión explícita de mujeres en títulos de propiedad y registros.
- Formalización e inclusión en sistemas de protección social: impulsar mecanismos que permitan la formalización gradual de trabajadores rurales y asegurar aportes previsionales y cobertura de salud para trabajadoras del campo.
- Créditos, subsidios y asistencia técnica con enfoque de género: líneas de crédito y programas de extensión agrícola adaptadas al trabajo familiar y a la producción a pequeña escala, junto con formación técnica y acompañamiento en comercialización.
- Infraestructura y servicios en territorios rurales: invertir en acceso a agua, transporte, internet y jardines maternales rurales (que reduzcan la carga de cuidado), facilitando la incorporación plena de las mujeres en actividades productivas y de formación.
- Prevención y atención de la violencia de género rural: políticas que contemplen los desafíos de aislamiento y que instrumenten canales accesibles de denuncia y protección.
- Promoción de liderazgos femeninos y participación política local: fomentar la participación de las mujeres rurales en consejos locales, cooperativas y espacios de toma de decisión sobre políticas agropecuarias.
¿Qué se puede hacer desde el ámbito universitario?
- Producir conocimiento con enfoque de género y territorio, generando datos deagregados que sirvan para diseñar políticas públicas más justas.
- Articular agendas con gobiernos locales y organizaciones rurales para promover espacios de reflexión, formación y análisis de contextos heterogéneos.
- Ofrecer programas de capacitación técnica y de gestión adaptados a las necesidades del trabajo rural y de la producción familiar.
- Desarrollar proyectos de extensión universitaria participativos, que acompañen y fortalezcan procesos comunitarios en los territorios.
- Brindar asesoramiento legal y contable para la formalización de cooperativas, el acceso a tierras y a programas de financiamiento.
- Fomentar investigaciones interdisciplinarias sobre género, ruralidad y desarrollo sostenible.
- Difundir y visibilizar experiencias de mujeres rurales mediante campañas, producciones audiovisuales y ferias universitarias.
- Promover redes interuniversitarias y convenios de cooperación para compartir saberes, estrategias y recursos.
La agenda rural es una agenda de género y desarrollo
El reconocimiento y la mejora de las condiciones de las mujeres rurales no es sólo una cuestión de justicia de género: es una condición para una agricultura más productiva, sostenible y equitativa. Invertir en el acceso a la tierra, la formalización laboral, la protección social y el respaldo técnico para las mujeres rurales genera impactos multiplicadores en seguridad alimentaria, resiliencia climática y reducción de la pobreza en territorios rurales. El 15 de octubre es una oportunidad para transformar visibilidad en políticas efectivas y sostenibles.